Como una leona enjaulada
en círculos daba vueltas,
no iba como solía armada,
me equivocaba de celdas.
Como una loba quería aullar,
pero la luna se me escondía,
herida, sangraba sin cesar,
mientras se ponía del día.
Me sobrevolaban flechas,
me agarraban las garras
y miles y miles de siluetas
andaban sobre mi cara.
Como una vez, enjaulada
aullaba a la luna perdida
y la leona de mí al alba,
aún no encontraba salida.