De cada vez en cuando
o cada vez más,
sin ningún descanso,
sobrevivían mamás,
que en un mil ochocientos
parieron demás.
¿Cuidadas? quizás.
Mientras que las otras,
no se rindieron jamás.
Los libros de entradas,
hablan de ellas,
de las mencionadas,
heridas estrellas.
Casadas, solteras y viudas mujeres,
almas de madres que nunca se mueren,
pidiendo a la Virgen cuidar a sus hijos,
que partan sin propio hogar,
la misma madre
que después va a llorar
pagando encima.
El niño que lleva con él su collar,
anda !protejelo tú Vírgen del Pilar!