Mamá:
Y si hubiera dejado de llorar, le habría pedido al cielo un momento más para sacarme de allí, quizás habría evitado que ese momento devastador, aniquilador, ocupara un lugar tan indigno en mi vida. No conseguí gritar por la fuerza de sus brazos.
No pude encontrar mi voz en ese desgarrador momento, ni la serenidad que estaba a punto de perder. Un espanto se apoderó de mí al sentir aquel cuchillo en el cuello, estaba presa por su mano, me agarraba y el aire se precipitaba por mi garganta, rugía por mi nariz con un ímpetu que ya no podía contener. Respiraba con dificultad, mientras su mano gruesa tapaba mis labios ya mordidos.
Y entonces, justo entonces, quería intentar gritar de nuevo, pero no pude emitir ningún sonido. Rendirme, era lo único que podía. Mi alma una ruina aplastada y revuelta sobre el húmedo suelo. Deseaba que los charcos debajo mis pies me hubieran tragado profundo, que se hubieran unido todos -sólidamente conmigo- y que hubiera nacido un océano de barro que me hubiera absorbido hasta el fondo… así estaría tal vez entre las que se salvaron.
Destino, tù destino, ¿por qué te repetiste?
Yo:
Lo sé. Sé exactamente por lo que has pasado, mamá. Me siento unida a ti a pesar de que nos cortaron el cordón que nos ataba. Porque a nosotras nos unía un dolor intenso, un dolor que llevabas escondido en tu interior y que me llegó, se metió dentro de mí. Y ahora lo llevo conmigo. Me agobia de vez en cuando.
De vez en cuando rompo a llorar sin saber “el por qué” y me invade un miedo que no entiendo. Malvado tu destino me encontraste.
Monstruo feroz de torturas de mujer, te destriparía si pudiera, te partiría en dos y liberaría a todas las hermanas que sufren. Luego mamá, me aferraría a nuestro cordón umbilical, quizá solo así podría volver a sentirte, como cuando aún era un embrión dentro de ti; como cuando éramos tú y yo.
Este un homenaje a mi madre biológica y a todas las mujeres y niñas que se han atrevido a hablar de lo que les ha sucedido, así como a aquellas que no se atreven.
Madrid, febrero 2025 Dibujos: Ramón Nze Esono Ebalé