qué pena, no supe responderte.
Yo, que mucho te digo cuanto te quiero,
me he quedado sin palabras.
- Si no lo sabes, dímelo en cifras,
fue tu respuesta.
- Ay, las cifras, son todavía peores.
Me lo pensaré, te dije y
me cogiste en tus brazos a pesar de todo.
Avergonzada, me escondía en tu dulce regazo
y empecé a contar las veces
que te susurraba palabras de amor.
Yo, la que creía saber
exactamente cuánto te quería,
me quedé pensando.
He intentado multiplicar
las fechas con las palabras y
los momentos a tu lado:
diez mil miliones ciento cincuenta y
uno quinientos cincuenta y
tres seis ciento
si no me equivoco.
¿Me perdonas?